Cuando pensamos en la propiedad de una empresa, solemos asumir que quien pone el dinero es quien tiene el poder.
Esa asociación, tan arraigada que parece natural, es una de las principales razones por las que muchas compañías acaban perdiendo el rumbo de su propósito.
Al crecer, buscar inversión o planificar la sucesión, la relación entre dinero y poder puede tensarse:
- ¿Cómo mantener el control de las decisiones sin cerrar la puerta a la financiación o al relevo generacional?
- ¿O cómo garantizar que la misión que dio origen a una empresa no se pierda frente a la priorización del beneficio a corto plazo?
La propiedad orientada al propósito ofrece respuestas a estas preguntas.
Y su punto de partida es precisamente este: separar dinero y poder.
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Por qué la relación entre dinero y poder es tan importante
En los modelos tradicionales de propiedad, las acciones representan tanto derechos económicos —recibir beneficios— como derechos políticos —decidir sobre el rumbo de la empresa—.
Quien más dinero invierte, más poder tiene.
Este sistema puede funcionar mientras los intereses financieros y los del propósito de la empresa están alineados. Pero en cuanto hay tensiones —por ejemplo, presiones por crecer rápido o vender la empresa para obtener retorno—, el propósito suele ser el primer sacrificio.
Ejemplo real: Ben & Jerry’s
Un ejemplo real de diferencias causadas por la relación entre y dinero y poder es el caso de Ben & Jerry’s y Unilever.
Aunque Ben & Jerry’s nació con un claro propósito social, las tensiones con Unilever, la compañía que adquirió la empresa, respecto a los valores que debían guiar la compañía no han parado de crecer.
Si quieres saber más sobre este caso, puedes leerlo completo en esta publicación de nuestro LinkedIn.

Separar dinero y poder significa reconocer que una cosa es invertir capital y otra muy distinta es gobernar una organización.
Cuando una empresa adopta esta lógica, las decisiones estratégicas se toman desde el compromiso con el propósito, no desde el interés por el beneficio a corto plazo.
Así, la propiedad deja de ser un instrumento de especulación para convertirse en una herramienta de custodia: una forma de cuidar el propósito, no de explotarlo.
Qué significa en la práctica separar dinero y poder
En una empresa de propiedad orientada al propósito, el poder de decisión está en personas que actúan como custodias (stewards). No son dueñas en el sentido tradicional: su papel es cuidar el propósito y garantizar que la empresa siga fiel a él a lo largo del tiempo.
Quienes invierten pueden recibir una rentabilidad limitada o pactada, incluso pueden participar de las decisiones, pero no tienen control sobre la dirección. Esto evita que la búsqueda de beneficios individuales a corto plazo ponga en riesgo la misión.
Ejemplo ficticio: empresa mediana del sector textil
Imagina una empresa mediana del sector textil que nació con el propósito de fabricar prendas duraderas, con materiales sostenibles y condiciones laborales justas. Tras varios años de crecimiento, la compañía necesita ampliar su capacidad de producción y, para ello, da entrada a un fondo de inversión para incrementar el capital social.
En el modelo tradicional, esto podría implicar ceder parte de la propiedad, y del control, a este fondo de inversión.
En un modelo de propiedad orientada al propósito, la empresa puede diseñar una estructura diferente:
- La mayoría de los derechos de voto quedan en manos de las personas custodias: por ejemplo, quienes fundaron la empresa o parte del equipo. Se trata de identificar quienes son las personas mejor preparadas para guiar la organización desde su esencia.
- Los derechos económicos se separan: la inversión se remunera y puede participar en las decisiones, pero sin otorgar control.
- Una fundación o fideicomiso puede actuar como custodia, velando porque ninguna decisión futura comprometa el propósito original.
De esta forma, la empresa obtiene capital sin renunciar a su independencia ni a sus valores.
Más independencia, menos vulnerabilidad
Rediseñar la relación entre dinero y poder no solo protege el propósito, sino que fortalece la independencia a largo plazo.
Las empresas que adoptan esta estructura pueden tomar decisiones estratégicas a largo plazo, sin depender de los ciclos financieros o las presiones del mercado Así, tienen libertad para priorizar relaciones laborales justas, reinvertir en sostenibilidad o mantener una visión responsable frente a su comunidad.
Ejemplo real: Bosch
Gracias a su estructura de propiedad orientada al propósito Bosch invirtió en tecnologías verdes décadas antes de que se convirtieran en una tendencia.
Aunque estas inversiones redujeron significativamente la rentabilidad de la empresa a corto plazo, le han dado una ventaja de mercado a largo plazo.
Como explicó Frant Fehrenbach, exdirector ejecutivo de Bosch: «Si fuésemos una sociedad anónima que cotiza en bolsa, nunca hubiéramos podido invertir con tanta intensidad».

Además, este modelo reduce el riesgo de adquisición hostil o venta forzada. Al no poder transferirse el poder de decisión como un activo financiero, la empresa deja de ser una mercancía y pasa a ser una institución viva, con identidad propia.
El equilibrio entre financiación y propósito
Quizá estés leyendo esto y pienses que suena muy bien, pero te surja una pregunta: ¿de verdad hay personas o instituciones dispuestas a invertir en una empresa sin recibir parte del control?
La respuesta es sí.
En los últimos años han surgido nuevas formas de financiación pensadas para acompañar a las empresas con propósito, no para dirigirlas. Hablamos de:
- Capital con retorno limitado.
- Bonos de propósito.
- Fondos de impacto alineados.
- O préstamos participativos, entre otros instrumentos.
En todos los casos, la idea es la misma: el dinero ayuda a crecer, pero no compra decisiones.
Este tipo de inversión parte de una lógica distinta.
Las personas o instituciones inversoras que la apoyan no buscan maximizar beneficios a corto plazo, sino contribuir a empresas que generan valor social, ambiental o cultural duradero. Saben que una compañía independiente, con propósito sólido y buena gobernanza, es más estable y más confiable a largo plazo.
La clave es entender que separar dinero y poder no ahuyenta a toda la inversión, sino que atrae a la que importa. La que entiende que el beneficio económico y el propósito pueden coexistir siempre que lo hagan desde el autogobierno y la orientación de ese beneficio al propósito.
Un cambio de mentalidad
Separar dinero y poder no es solo una cuestión legal o estructural. Es, ante todo, una decisión cultural.
Significa pasar de la idea de “poseer” una empresa a la de cuidarla. De entenderla como un bien común con responsabilidad hacia su equipo, su entorno y el planeta. Y eso exige la valentía de repensar lo que damos por hecho acerca de la propiedad.
En Somos Stewards creemos que este cambio es fundamental para construir una economía al servicio de las personas y del planeta. Porque una empresa verdaderamente libre no es la que puede venderse al mejor postor, sino la que puede seguir fiel a lo que la hizo nacer.
Cómo empezar a rediseñar la relación entre dinero y poder
1. Si esta idea resuena contigo, el primer paso es informarte
En la sección Recursos de nuestra web encontrarás materiales gratuitos que te ayudarán a entender los principios de la propiedad orientada al propósito, y ejemplos de empresas que ya la aplican.
2. El segundo paso es conversar
En nuestro próximo webinar queremos crear un espacio abierto para compartir en qué consiste la propiedad orientada al propósito y empezar a imaginar cómo podría ser este modelo en tu caso.
3. Y el tercero, quizá el más importante, es atreverte a repensar tu propia estructura de propiedad
- ¿Quién debería tomar las decisiones en tu empresa?
- ¿A quién sirve realmente su propósito?
- ¿Y qué pasaría si diseñaras hoy la empresa que quieres seguir viendo mañana?
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*Imagen de cabecera: Colton Sturgeon en Unsplash.





