La propiedad orientada al propósito (steward-ownership) es una manera distinta de concebir la propiedad de una empresa.
No se trata solo de papeles legales, acciones o estatutos. Se trata de decidir quién puede guiar a la organización, qué voz tiene cada parte implicada y, sobre todo, cómo se asegura que el propósito que dio vida a esa empresa no se diluya en el futuro.
Para ello, la propiedad orientada al propósito se apoya en dos principios:
- Autogobierno
- Orientación al propósito
En este artículo queremos contarte en profundidad qué significan cada uno de ellos y cómo, combinados, forman un marco sólido para crear empresas más resilientes, independientes y fieles a su misión.
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El primer principio clave: autogobierno

¿Qué significa ‘autogobierno’?
El autogobierno asegura que el control de la empresa no puede venderse ni heredarse como un objeto más, sino que queda siempre en manos de personas que actúan como custodias de la misión.
En la propiedad tradicional, es común que quien posee acciones tenga automáticamente derecho de voto. Esto significa que el poder de decisión puede estar en manos de personas cuyo único interés es ganar dinero con ella.
El autogobierno rompe esa lógica.
Separa los derechos económicos (el dinero) de los derechos de voto (el poder). De esta manera, quienes deciden el rumbo de la empresa no son necesariamente quienes han invertido capital, sino quienes se comprometen con su propósito.
Un ejemplo real: Zeiss
La historia de la empresa de óptica Zeiss en Alemania es un ejemplo clásico. Cuando su fundador falleció en el siglo XIX, la compañía se transfirió a una fundación independiente.
Desde entonces, las decisiones estratégicas no se toman pensando en la venta de acciones o en multiplicar beneficios para personas e instituciones inversoras externas. Un consejo que actúa como guardián de la misión de la empresa se encarga de las decisiones que protegerán su propósito: desarrollar productos de óptica innovadores y de calidad.
El resultado es evidente: más de 100 años después, Zeiss sigue siendo líder en su sector, sin haber caído en adquisiciones especulativas ni haber perdido el foco en su misión.
Por qué el autogobierno importa
El autogobierno responde a un problema que muchas empresas enfrentan: la pérdida de independencia.
Las adquisiciones hostiles, los cambios de propiedad o la presión de los fondos de inversión pueden desviar fácilmente a una empresa de su propósito original.
Con este principio, la compañía se blinda frente a esas amenazas. El poder no está en venta: siempre permanece dentro de un círculo de personas comprometidas con la misión.
El segundo principio clave: orientación al propósito

¿Qué significa ‘orientación al propósito’?
La orientación al propósito asegura que los beneficios de la empresa se entienden como un medio, no como un fin en sí mismos. Dicho de otra forma: el dinero es importante, pero no es el objetivo último.
En este modelo, el valor que la empresa genera se reinvierte, se comparte de manera justa o se destina a donaciones. Sí, puede haber retornos para quienes invierten o para las personas fundadoras, pero siempre de manera acotada y razonable.
El foco es que el propósito empresarial guíe cada decisión. El beneficio no desaparece, sino que se pone al servicio de la misión.
Un ejemplo real: Ecosia
La empresa Ecosia, conocida como el buscador que planta árboles, adoptó una estructura en la que sus beneficios no pueden extraerse para intereses privados. En lugar de eso, se destinan a financiar proyectos de reforestación en todo el mundo.
Esto significa que, cada vez que alguien usa Ecosia, sabe que sus clics no están engordando el bolsillo de accionistas, sino ayudando a reforestar el planeta.
Aquí vemos la orientación al propósito en acción: el dinero se convierte en la manera de contribuir a la misión.
Por qué la orientación al propósito importa
En la mayoría de empresas convencionales, el objetivo final es maximizar beneficios para quien invierte. Esto puede generar un conflicto constante entre lo que la misión requiere y lo que las personas e instituciones inversoras exigen.
La orientación al propósito resuelve ese conflicto al alinear los incentivos: cuanto más cumple la empresa su misión, más sentido tiene reinvertir, crecer y seguir apoyando el propósito.
De esta manera, el dinero deja de ser el fin último y se convierte en medio.
Autogobierno y orientación al propósito: cómo se combinan
El autogobierno y la orientación al propósito no se entienden por separado: son dos caras de la misma moneda.
- El autogobierno garantiza que quienes deciden tienen un compromiso real con la misión.
- La orientación al propósito garantiza que los recursos económicos se utilizan para sostener esa misión, no para la acumulación privada de capital.
Si solo tuviéramos autogobierno, pero los beneficios se extrajeran sin límite, la misión estaría en riesgo de perecer por falta de recursos.
Si solo tuviéramos orientación al propósito, pero el control pudiera venderse, la misión estaría amenazada por la entrada de personas que, en el futuro, no quisieran priorizarla.
Juntos, estos principios crean una estructura robusta que protege a la empresa frente a decisiones cortoplacistas y presiones externas.
Un ejemplo hipotético de cómo aplicar el autogobierno y la orientación al propósito
Imagina una empresa textil mediana que lleva más de 40 años produciendo prendas de calidad en una región industrial de España. La compañía da empleo estable a unas 250 personas y es reconocida por su compromiso con empresas proveedoras locales y por mantener procesos de producción responsables.
La compañía se enfrenta a un momento de transición: la persona fundadora está a punto de jubilarse y sus descendientes no quieren continuar con la gestión. Al mismo tiempo, dos grandes grupos internacionales muestran interés en comprar. Si la empresa se vendiera, probablemente la producción se deslocalizaría, la mayoría de empleos se perderían y el vínculo con la comunidad desaparecería.
En un modelo de autogobierno, la familia podría transferir el poder de decisión a un consejo de personas custodias. Este consejo velaría por el propósito original —mantener la producción local y responsable— y protegería la independencia de la compañía frente a adquisiciones externas.
En paralelo, la orientación al propósito garantizaría que los beneficios de la empresa no se destinaran a enriquecer a accionistas ausentes, sino que se reinvirtieran en innovación textil sostenible, formación de la plantilla y programas comunitarios en la región. Así, el valor creado permanecería en el territorio y reforzaría tanto a la empresa como al ecosistema local.
De este modo, la compañía textil mantendría su independencia y su legado.
Los dos principios clave y tu empresa
Si eres una persona fundadora, o diriges o trabajas en una empresa, puede que te estés enfrentando a alguno de estos dilemas:
- ¿Cómo asegurar que lo que has construido no se pierda si entra un nuevo agente inversor?
- ¿Cómo evitar que tu misión quede diluida cuando la empresa crezca o cambie de manos?
- ¿Cómo atraer personas que compartan valores y quieran comprometerse de verdad con el proyecto?
La propiedad orientada al propósito ofrece una respuesta práctica: diseñar la propiedad para que proteja lo que más importa.
No se trata de confiar únicamente en la buena voluntad de las personas, sino de crear una estructura legal y organizativa que salvaguarde la misión. Eso es lo que aportan el autogobierno y la orientación al propósito.
Conclusión: dos principios clave para salvaguardar la misión
Los dos principios clave de la propiedad orientada al propósito —autogobierno y orientación al propósito— son los pilares que permiten a una empresa permanecer fiel a su misión, generación tras generación.
Si quieres conocer más a fondo cómo podrías aplicar estos principios en tu propia organización, te invitamos a visitar nuestros Recursos. Allí, encontrarás materiales gratuitos que te ayudarán a entender y poner en práctica la propiedad orientada al propósito.


