En el mundo empresarial es habitual encontrarse con compañías que crecen y atraen inversión pero que, en algún punto de esa trayectoria, se enfrentan a dilemas que pueden hacerles perder su independencia y diluir su propósito:
- Compañías familiares que, al abordar una sucesión, experimentan conflictos con sus valores.
- Startups que consiguen capital a toda velocidad pero acaban sacrificando su misión para cumplir con objetivos económicos.
- Empresas consolidadas que, tras una adquisición, ven cómo la nueva propiedad cambiar radicalmente su rumbo.
Pero, ¿es posible que una empresa se desarrolle y consiga financiación sin perder su esencia, sus valores y la confianza de quienes las rodean?
Aquí es donde entra en juego la propiedad orientada al propósito.
Descubre nuestros recursos sobre la propiedad orientada al propósito
La propiedad empresarial: una herramienta para proteger la independencia y el propósito a largo plazo
La propiedad empresarial importa más de lo que puede parecer a simple vista.
De hecho, la propiedad es la estructura que determina:
- Quién toma las decisiones.
- Qué objetivo persiguen esas decisiones.
- Qué destino tiene el beneficio económico de la organización.
Si las personas propietarias de una empresa solo buscan maximizar beneficios a corto plazo, las decisiones irán en esa dirección.
Esto es lo que sucede cuando una empresa sale a bolsa. En esos casos, quien compra una parte de la empresa tiene derecho a tomar decisiones con el objetivo de incrementar el beneficio económico.
Sin embargo, si quien posee la empresa asume salvaguardar el propósito de esta –sea proteger los bosques o favorecer las condiciones de la plantilla–, las decisiones irán encaminadas a crear una compañía sostenible a largo plazo, cuyos beneficios se reinviertan y/o donen para favorecer la misión.
Propiedad orientada al propósito: una alternativa probada
La propiedad orientada al propósito (steward-ownership) es una forma distinta de concebir la propiedad empresarial. No es una teoría abstracta ni un experimento en fase piloto: es un modelo con más de un siglo de historia que aplican con éxito compañías en todo el mundo, desde organizaciones centenarias como Zeiss o Bosch hasta empresas tecnológicas como Mozilla o Ecosia.
Lo que tienen en común estas compañías es que han tomado una decisión transformadora: no poner la empresa en venta, ni ahora ni en el futuro.
En vez de tratar la empresa como algo que se puede comprar, vender o ser objeto de especulación, la conciben como una organización que debe ser custodiada para que su misión perdure.
Para hacerlo realidad, la propiedad orientada al propósito se apoya en dos principios básicos.
Los dos principios clave: autogobierno y orientación al propósito
1. Autogobierno
En una empresa con propiedad tradicional, el poder de decisión suele estar en manos de accionistas que pueden no tener ninguna relación con la compañía ni con su propósito. Es lo que llamamos personas e instituciones inversoras ausentes. Este es el caso, por ejemplo, de los fondos de inversión que compran participaciones para venderlas más caras en pocos años, sin importar el impacto en el empleo, en la calidad del producto o en la comunidad.
La propiedad orientada al propósito funciona de manera distinta.
En este modelo, el poder de decisión recae siempre en personas custodias (stewards). Las personas custodias son cercanas a la misión de la empresa, la conocen de verdad y se sienten responsables de cuidarla. Esas personas pueden ser miembros del equipo, representantes de grupos de interés o incluso personas independientes, pero con algo en común: su compromiso con la misión.
Esto significa que el poder de decisión no puede venderse ni heredarse como un bien más, sino que se transmite a quienes, por su capacidad y valores, tienen la preparación para seguir custodiando la empresa. Así se garantiza que las decisiones estratégicas no recaigan en personas e instituciones inversoras ausentes guiadas por intereses externos, sino en quienes entienden y viven la organización.
2. Orientación al propósito
En la propiedad orientada al propósito, el beneficio no es un fin en sí mismo, sino un medio para cumplir la misión.
La empresa sigue generando beneficios –si no, no sería una compañía económicamente sostenible– pero esos beneficios no se reparten indiscriminadamente entre accionistas para maximizar rentabilidades privadas, sino que se reinvierten, se donan y/o se utilizan para compensar de manera justa a las personas fundadoras e inversoras.
El objetivo es que el valor creado permanezca al servicio de la misión, no que se dirija hacia intereses particulares.
De este modo, la propiedad orientada al propósito resuelve el conflicto entre hacer crecer la cuenta de resultados y mantener el propósito, ya que ambos aspectos están alineados.
Así, la rentabilidad se convierte en el motor que sostiene y amplía el propósito de la empresa.
Por qué este modelo encaja con las empresas del siglo XXI
Además de proteger su misión y su independencia, las empresas de propiedad orientada al propósito experimentan otras ventajas. Entre ellas:
1. Atracción y retención de talento: cada vez más personas quieren trabajar en organizaciones con propósito real. Cuando la plantilla percibe que las decisiones se toman pensando en la misión y no en accionistas ausentes, la motivación y el compromiso aumentan.
2. Mayor resiliencia en crisis: estudios recientes muestran que las empresas de propiedad orientada al propósito pueden ser más longevas y sobrevivir mejor a las turbulencias económicas. Aunque la investigación todavía no es extensa, estos primeros estudios apuntan a que la razón detrás de esto puede ser que sus decisiones no están condicionadas por los resultados trimestrales, sino por una visión a largo plazo.
3. Acceso a financiación alineada: este modelo no cierra la puerta a la inversión. De hecho, existen fórmulas adaptadas —como préstamos basados en ingresos o participaciones con retornos limitados— que permiten invertir sin poner en riesgo la misión.
4. Reputación y confianza: en un mercado saturado de mensajes de responsabilidad social corporativa, este modelo demuestra con hechos que la empresa prioriza su misión.
En otras palabras, la propiedad orientada al propósito convierte una misión intangible en jurídicamente vinculante. Así, protege el propósito de la empresa a futuro, haciéndola más resiliente en el presente.
La propiedad orientada al propósito: una herramienta para una nueva economía
El objetivo último de la propiedad orientada al propósito es crear una economía al servicio de las personas y el planeta, y no de intereses económicos particulares.
La orientación al propósito asegura que el valor generado no se acumule en pocas manos, sino que se reinvierta, se comparta y contribuya al bien común. Además, la propiedad orientada al propósito contribuye a:
1. Un mercado menos concentrado: en lugar de que las medianas y pequeñas empresas sean absorbidas por grandes corporaciones, mantienen su independencia, favoreciendo la diversidad empresarial.
2. Mejores empleos y relaciones laborales: según los primeros estudios en este campo, las empresas de propiedad orientada al propósito cuentan con personal más motivado, mejor representado y con salarios más justos.
3. Innovación sostenida: al no estar sujetas a presiones económicas a corto plazo, estas compañías pueden invertir más en investigación y desarrollo, y apostar por soluciones que realmente marquen la diferencia a largo plazo.
En un momento de crisis climática y desigualdad creciente, la propiedad orientada al propósito ofrece una vía práctica para alinear la economía con los desafíos sociales y medioambientales de nuestro tiempo.
El siguiente paso hacia la propiedad orientada al propósito
Si estás pensando en proteger la misión de tu empresa, evitar que la independencia se pierda en un futuro, o simplemente quieres entender mejor cómo funciona este modelo, te invitamos a explorar nuestros recursos.
Encontrarás materiales gratuitos para comprender, compartir e implementar la propiedad orientada al propósito en tu organización.
Porque cada empresa que toma este camino nos acerca a una economía más justa, resiliente y alineada con las personas y el planeta


